Me merezco un descanso. Este fin de semana ha sido una locura. No he parado ni un segundo. Estoy completamente agotado.
Todo empezó el viernes después del instituto. Volví a mi casa sobre las cinco de la tarde y vi agua por todo el suelo, no sé qué pasó. Me puse a limpiar como un loco. Fregué el suelo varias veces y luego abrí las ventanas para ventilar la casa.
Por la noche, mi amigo Marcos me llamó para pedirme ayuda. Fui a su casa rápidamente. Subimos una lavadora a un quinto piso. Tardamos más de dos horas y acabé casi sin fuerzas para moverme. Tuve que volver a mi casa en taxi.
El sábado organicé una fiesta en mi casa. Vinieron todos mis amigos. Cuando la fiesta terminó, tuve que limpiar el salón, poner el lavavajillas, y lo que menos me gusta de todo, fregar varias sartenes y ollas a mano.
Por la noche cambié las sábanas de la cama y la dejé bien hecha. Después limpié el baño. Cuando terminé, me senté en una silla, empecé a leer algunos mensajes en mi móvil y me quedé ahí dormido toda la noche.
Y hoy no ha sido un día más fácil. Me he levantado con un dolor de espalda increíble. Mis padres han vuelto de su viaje a mediodía y me han pedido algunas cosas más. He tenido que cortar el césped del jardín y regar las plantas. No puedo más. No quiero moverme de este sofá.
Y ahora me llega un mensaje al móvil, es de mi primo Jaime, voy a leerlo. “Hola, primo. Necesito tu ayuda urgentemente. Mi coche se ha quedado sin gasolina y tengo que ir a una gasolinera para llenar una botella con gasolina. ¿Puedes llevarme tú con tu moto?” ¡Ohh, no! Parece que no voy a poder descansar.