Me llamo Pedro. Mis amigos y yo hacemos muchas cosas divertidas en el tiempo libre. Nos gusta quedar juntos. Cuando tenemos tiempo libre nos gusta ver una película. Los fines de semana vamos a las discotecas. Me gusta la música hip‑hop, pero a Clara le gusta la música pop. Cuando tengo tiempo libre, me gusta estar en mi habitación y descansar un poco. Me gusta escuchar música, pero no me gusta la música pop. Cuando mis padres no están en casa, monto en bici con mi hermano menor, Sebastián. Los martes por la tarde, mi amigo Carlos y yo nadamos en la piscina. A mi amiga, Sofía, le gusta patinar. Ella siempre escucha música y patina al mismo tiempo. A Sara y Patricia les gustan las excursiones. A mí no me gustan los paseos por el parque. A mi hermano mayor, Gustavo, le gusta ir al gimnasio. Él practica muchos deportes. A su novia no le gusta ir al gimnasio. Ella hace ejercicios físicos en casa. Cuando voy a casa de mis abuelos, a nosotros nos gusta ver la tele. A mi primo le gustan los partidos de fútbol, pero a mi abuela no le gusta el deporte. A mí me gusta quedar con mis amigos, pero por las tardes, antes de acostarme, me gusta leer un libro en mi cama. Siempre leo un libro durante una hora. Como podéis ver, a cada persona le gusta hacer algo diferente. Por ejemplo, a mí me gusta mucho ir a la playa y bañarme en el mar. Vamos a ver ahora la situación de dos jóvenes españoles: Sara y Mateo. A Mateo le gusta mucho jugar a videojuegos, pero cuando lo hace no escucha a su amiga Sara.

Sara: Mateo, ¿a ti te gusta nadar?

Mateo: ¿Nadar? ¿Dónde?

Sara: ¡En el agua! No puedes nadar en el sofá.

Mateo: Me gusta nadar en la piscina.

Sara: ¿Y en el mar?

Mateo: No me gusta nadar en el mar.

Sara: ¿Por qué?

Mateo: No sé…

Sara: ¿Y te gusta nadar en el sofá?

Mateo: Sí…

Sara: Mateo. Cuando juegas a la consola no escuchas.