Mateo: Buenos días, Sara. ¿Adónde vas?
Sara: A una tienda de ropa. Quiero devolver una camiseta.
Mateo: ¿Por qué?
Sara: Es muy grande. Necesito una talla más pequeña.
Mateo: No sé si debes cambiar esa camiseta, Sara. Se acercan las fiestas de Navidad. Vas a comer mucho… La talla grande…
Sara: Espera. ¿Me estás llamando gorda?
Mateo: No, no. Ahora no… Pero después de Navidad…
Sara: ¿Y tú no vas a cambiar ese bañador?
Mateo: ¿Por qué?
Sara: Pues porque sin mi ayuda no vas a aprobar los exámenes y vas a estudiar todo el verano.

Miguel: Hola, soy Miguel. Hoy estoy en el centro comercial. ¿Por qué estoy aquí? Es que... necesito devolver mis zapatos. Los he comprado esta semana, pero en mi casa he decidido que son demasiado grandes. Estos son los zapatos que necesito devolver. ¡Qué bonitos!, ¿no? Sin embargo, he comprado los zapatos de tamaño cuarenta y creo que en la tienda no tienen otros tamaños. Vamos a la tienda. Ya estamos en la tienda donde he comprado estos zapatos. Aquí no tienen solo zapatos. También es posible comprar prendas de ropa. También tienen aquí los complementos de ropa. ¿Ves a estas chicas? Puedes comprar aquí, entre otros, gafas de sol. Esto me parece muy bueno porque no tienes que buscar complementos en otras tiendas. Todo lo tienes aquí. También tienen sombreros. Esta camiseta es muy bonita. Me gusta. Aquí, como ves, hay muchas cosas: camisas, camisetas, pantalones y un montón de zapatos. Pero bueno, he venido para devolver los zapatos.

Miguel: Señora... Disculpe. Esta semana he comprado unos zapatos, pero son demasiado grandes y quiero devolverlos.
Dependienta: ¿A lo mejor prefiere cambiarlos por otro tamaño o modelo?
Dependienta: Mire, aquí tenemos muchos zapatos. Estos son muy parecidos a los que ha comprado. ¿Qué tamaño necesita?
Miguel: Treinta y nueve. ¿Me puedo probar distintos modelos?
Dependienta: Por supuesto.
Miguel: Estos me gustan. ¿Cuánto cuestan?
Dependienta: Treinta euros.
Miguel: Me quedan bien, ¿no? ¿Qué piensa?
Dependienta: Sí, yo creo que sí.
Miguel: Entonces me los llevo.
Miguel: Quiero comprar también un sombrero.
Dependienta: Claro. Este es muy bonito. Cuesta diez euros.
Miguel: ¿Cree que me va a quedar bien?
Dependienta: Por supuesto.
Miguel: Vale. Me lo llevo.
Dependienta: Estos zapatos cuestan treinta euros. El sombrero cuesta diez euros. Ya ha pagado veinte euros por los zapatos anteriores, así que tiene que pagar solo veinte euros.
Miguel: Perfecto. Pago con tarjeta.
Dependienta: Vale. Gracias. Que tenga un buen día.
Miguel: Igualmente. Adiós.

Miguel: Ahora tengo los zapatos que me quedan bien. Puedo volver a mi casa. Gracias por acompañarme.